De la salida del domingo al Alto de Boquerón, me hizo pensar: ¿Por qué no he ido a San Félix? De ahí, surgió la idea de hacer una ruta hasta los miradores a la altura del famoso pan 'Chocha' o un poco más allá, y con suerte en una linda mañana apreciar del paisaje. Cabe resaltar, que también disfruto mucho cuando estoy rodeado de neblina, es un momento de estar con uno mismo, de pensar muchas cosas o no pensar mucho y disfrutar ese instante en la bici.
Esta ruta no la pude hacer el lunes porque fue un día muy inestable en cuanto al clima y en ese caso es mejor quedarse en casa, pues la carretera mojada es más peligrosa. De ahí que, el día de hoy decidí hacer la ruta, salí a las 6:30 a.m. cerca del Jardín Botánico y a las dos cuadras me alcanzan una pocas gotas. Pensé que podría escaparme y decidí acelerar más, pero, a la altura de la avenida 65 me alcanzó un aguacero que no me hizo pensar ni considerar en detenerme a escampar o devolverme a casa, pues, cuando un ciclista va subiendo y el asfalto está mojado no están peligroso, diferente si está descendiendo.
Cuando llegué al Éxito de Robledo ya no estaba lloviendo, es decir, en los primeros 3 kilómetros de la ruta ya estaba totalmente mojado. Pero esto no fue un obstáculo para seguir, porque el uniforme está diseñado para no retener la humedad, además, el calor corporal ayuda a secar rápido. Los que sí llegaron arrugados como piel de viejito fueron los dedos de los pies 😅.
Al grano
Ayer en la noche decidí ir hasta San Félix y si las piernas me daban intentaría llegar a Entrerríos y devolverme. Por tal motivo, tomé la decisión de subir despacio para no gastar mucha energía y poder guardar fuerzas para una ruta que hacía por primera vez, es por esto que duró nueve horas😬😲, pero en movimiento fueron ocho. Para lo cuál, llevé tres bocadillos del D1 que son con arequipe, una barra de Tosh, y la caramañola llenita de agua.
Llegando a San Félix la neblina se acercaba, al mismo tiempo, por unos instantes unos rayos del sol logran a travesar las densas nubes para brindar una caricia y calentar un poco el cuerpo. Esto me hizo sentir una sensación que recorrió todo mi cuerpo que pasó de un fuerte frío que golpeaba mis músculos a un tenue calorcito. Si bien duró casi un minuto, fue de esos momentos que más valoro de la naturaleza y es cuando en sus ciclos lo consienten a uno y te hacen sentir vivo.
De tanto subir y bajar, de ver muchos avisos indicando a un sentido la vereda tal y siga derecho para llegar a Don Matías. En ese momento me entró muchos pensamientos a la cabeza: ¿será que este sí era el camino? No pasaban carros, ni gente, la carretera estaba malita, será que esta vía es de una vereda y me tengo que devolver🤦🏽♂️ Hasta que más adelante había una finca, saludo a un señor que estaba en la silla mecedora, quizás estaba reposando el almuerzo, pues iban hacer la una de la tarde. Ya se me había acabado la hidratación y de alimentación solo me quedaba un bocadillo que era para un caso extremo como 'La pálida'.
Cuando estaba terminado de comer empieza a tronar fuerte, pues desde San Félix habían unas nubes muy grandes y grises que me advertían que iba a caer agüita. Así pues, que me apuro a buscar la salida que me lleva a Medellín. Como me sobraron unas monedas decido estar pendiente de una tiendita para comprar coffeedelight pues ese azúcar y sabor a café, me darían más fuerzas: "Quizás me lo coma en Barbosa". Pensé.
Decido para en una casita cerca a la avenida. Saludo y me atiende un señor, le pido los confites y me dice que no tiene, pero que vende bocadillos, pues deme uno. Me pregunta: ¿Pa donde va? Respondo: Para Medellín.
Y con cara de sorpresa don José responde.
-¿En serio vas hasta Medellín?
-De hecho, vengo de Medellín. Me subí por San Cristóbal, San Félix, San Pedro de los Milagros y Entrerríos.
-¿Cuál es la clave para subir las montañas?
-No dejar de dar pedal, hay que estar montando bici y así acostumbrar el cuerpo antes de subir una montaña.
Él pregunta: -¿Y qué tienes en el termo?
-Un poco de Malta que me sobró.
-Tómese eso, yo le doy aguapanela, ¿o no le gusta?
-Claro que sí, de una 🤤🤤.
Y así me despidió Don Matías, con un bonito gesto de amabilidad. Sigo mi camino donde toca ascender aproximadamente dos kilómetros. Intento apurarme porque las gotas siguen manifestando que la lluvia está cerca. Cuando por fin veo la parte superior del asfalto como si se acabara la carretera, en ese momento una parte de mí sonríe, pues doy con el inicio del descenso... ¡Por fin!
Cuando empiezo a descender me alcanza una llovizna. Lo que decido es parar y ponerme la chaqueta rompe vientos para que el frío de una montaña de 2.230 msnm no me afecte tanto, pues iba a bajar hasta los 1.342 msnm, esos cambios de clima son de cuidado, pues no me quisiera enfermar. Cuando vuelvo a dar pedal muy atento a que no venga ningún vehículo atrás, pues esa vía es de mucho tránsito de carro pesado.
Al descender me hago en la mitad del carril para evitar que algún conductor por el afán se me haga al lado y me haga caer. Sin embargo, por estrategia me voy por la orilla, sobre la línea blanca, porque la carretera tiene morritos de los carros pesados y hacen temblar mucho el manubrio, que tiene como consecuencia dolor en las manos, los brazos y hombros.
Es por eso, que bajé detrás de una tractomula que lo hacía despacio, los carros que me seguían fueron pacientes y no pusieron en riesgo mi integridad, lo cual, me dejó muy feliz. Durante todo el descenso la lluvia no dejó de seguirme, pero me alcanzó justamente al terminar de bajar, en el Hatillo. Ya en los 106 km de recorrido me alcanza un aguacero muy fuerte, del cual me pude librar en el peaje el Trapiche, en Girardota.
Ese último recorrido lo he realizado varias veces, lo cual permitió ser más eficiente en el gasto de energía para poder llegar a casa y descansar. Por acá dejo el mapa y las estadísticas de Strava para que las miren... ¡Y si se animan vamos a rodar!